Bisous mes amours.
jueves, 24 de febrero de 2011
jueves, 3 de febrero de 2011
Fea.
Subo al autobús. Leo García Márquez y escucho Extremo. Una parada. Dos. Tres. Se sienta a mi lado un señor. Huele a chorizo. Cuatro. Cinco. El señor que huele a chorizo se baja. Se va. Su asiento lo ocupa una mujer con el pelo encrespado. Seis. Siete. Ocho. Baja del autobús. Se va. Se va como se ha ido el señor que huele a chorizo. Mis cascos cantan: "Golfa, golfa". Miradas que se cruzan. Se esquivan. Se vuelven a cruzar. No hay sonrisas. Más de 20 personas en el autobús y ninguna sonrisa. Decepcionante. Tengo ganas de levantarme de mi asiento y gritar. Empiezo a sonreír. "Seguir la trayectoria que llevan las nubes y volver por la mañana igual que sale el sol, verás que calentito retorcer las horas dando patadas al reloj". Una mujer me mira raro. Le sonrío. Gira la cara. En el fondo me alegro, era demasiado fea. Es un viaje largo, viajo con gente aburrida. Así, sin otra alternativa, miro por la ventana. Un hombre corre. Quizá se haya olvidado algo, llegue tarde a algún sitio o, en el mejor de los casos, corra para recuperar a alguien. Espero que sea así. Nueve. Diez. Llego a mi parada. Me bajo. Desde la acera, sonrío a la misma mujer que rechazó mi sonrisa hace un rato. Vuelve a hacerlo. Sí, es horriblemente fea.
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