Harta de la rutina y de la monotonía de mi vida de estudiante, decidí que pasar un par de días en Bruselas no podía estar muy mal.
Y la verdad es que no me equivoqué. La ciudad es preciosísima, aunque heladora, y sus gofres están, como decirlo... mmmm ¡exquisitos!
Así que aquí os dejo algunas de las magníficas fotos que pude hacer.
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